Duelo es una palabra que procede del latín dolus, que significa dolor. El duelo es un sentimiento de pérdida provocado por el fallecimiento de un ser querido. Según la persona y la sociedad en la que vive, el duelo puede ser más o menos intenso, más o menos duradero, pero en cierto momento lo normal es que se vaya apaciguando.
La muerte es parte de la vida, aunque hay pérdidas que resultan muy difíciles de superar. La de un hijo es la más dura, pero también las del marido o la esposa en plena juventud, o las de un ser especialmente querido. La tristeza y el malestar pueden considerarse normales,- depende de la intensidad de las reacciones y de la duración de las mismas el que sean preocupantes y haya que buscar ayuda profesional.Los criterios para que un duelo pueda ser considerado normal o patológico sólo debe fijarlos un experto, pero es importante remarcar que el treinta por ciento de las personas que no han logrado elaborar un duelo correctamente suelen tener ataques de pánico años después, según recientes estadísticas. Por ese motivo es fundamental profundizar hoy en el dolor, hasta purificarlo, en vez de pagar el alto precio de negar lo que nos sucede.
Como superar un duelo de un ser querido
La duración promedio de un duelo
El dolor se considera normal cuando hay reacciones de tristeza, insomnio, apatía, pérdida de peso, etc, durante un período de alrededor de dos meses tras el fallecimiento del ser querido. Entonces, no es necesario solicitar ayuda profesional. No obstante, la duración de estas reacciones varía enormemente de unos grupos culturales a otros y de unas personas a otras.
Cuando se producen las siguientes reacciones durante más de dos meses, el duelo puede considerarse grave y es conveniente solicitar ayuda profesional:
- Pensar que uno debería haber muerto junto a él.
- Sensación de inutilidad.
- Lentitud de movimientos.
- La impresión de escuchar la voz o ver la imagen fugaz de la persona fallecida. Alucinaciones.
Dentro de los duelos patológicos o difíciles, hay diferentes tipos según el tiempo:
Retrasado: El afectado se impide a sí mismo sentir el duelo. Por ejemplo, una madre con hijos pequeños que ha enviudado y no se permite llorar porque tiene que trabajar duro para sacar a su familia adelante.
Exagerado: La persona se encierra en su casa y sigue actuando como si viviera el fallecido. No hay adaptación.
Enmascarado: No se acepta interiormente la pérdida. Se rehuye hablar del tema. Con el tiempo aparecen trastornos psicológicos que nunca se habían padecido, por ejemplo ataques de pánico, depresión, ansiedad, etc.
Para volver a la normalidad, la persona afectada necesita retomar el ritmo de vida que tenía antes de la pérdida. Su estado de ánimo depende de la actividad que tenga.
Alivia mucho charlar sobre la persona querida con algún familiar o amigo. Y es síntoma de que se está aceptando la pérdida. Hacer actividad física, porque permite descansar mejor por la noche, alivia las tensiones y eleva el estado de ánimo. Si se realiza fuera de casa, mucho mejor.
Comer con regularidad. Al principio cuesta recuperar el apetito, pero hay que esforzarse. Se puede empezar por ingerir pequeñas cantidades de alimentos en las principales comidas, c ir aumentando la cantidad poco a poco.Seguir una rutina porque ayuda mucho a no sentirse solo y vacío. Las costumbres fijas son las que nos hacen tomar contacto con la realidad. Eso sí, la rutina ha de ser propia,- no conviene seguir realizando las actividades que se compartían con el fallecido, porque se lo recordará constantemente y con dolor.