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Problemas de conducta en la escuela

El comportamiento de los hijos puede cambiar tanto de acuerdo al ámbito en el que se encuentran, que al cruzar el umbral de casa parecen que fueran otros niños. En la escuela, puede llegar a ser un pandillero mientras que en casa se porta como un ángel.



Más comunmente de lo que puede parecer, la escuela es el escenario de agresiones físicas entre los chicos, de situaciones de intimidación y de confrontaciones que derivan, alguna que otra vez, en batallas campales si los maestros no intervienen. En muchos casos, hasta los propios maestros y los padres desconocen lo que de verdad ocurre y los protagonistas suelen ocultar. Sin embargo, cuando las peleas son reiteradas, la jornada escolar se puede convertir en un momento que los atemorice y los angustie.


A que se deben los problemas de conducta de los niños en la escuela


Tormentas interiores

La mayor parte de los padres, al enterarse de que su hijo ha sido víctima o agresor puede preocuparse y llegar a un estado de alarma. Pero esto no debería ser así ya que la conducta agresiva de un chico puede ser tan natural como otras tantas de sus facetas infantiles. Desde luego las pulsiones agresivas varían de un niño a otro, pero las conductas impulsivas y de violencia forman parte de la manifestación de su vida emocional, un modo descontrolado de expresar sus miedos y preocupaciones interiores.



También es cierto que la agresión puede tomar distintos estilos que van desde los ataques físicos hasta los verbales, o la destrucción de algo que pertenece al compañero como un juguete o una carpeta de trabajo. Por otro lado, las explosiones agresivas también están vinculadas con diferentes circunstancias ya que puede ser agresivo en la escuela pero no en su casa, o agredir a los más pequeños pero no atacar a los más grandes.



Tensiones latentes

Aunque no sea sencillo, antes de actuar de cualquier modo, es en extremo aconsejable intentar descubrir cuáles son los motivos que se esconden detrás de ciertos comportamientos agresivos manifestados por los chicos.



En principio, es muy importante saber que para los niños tan pequeños, el pelear y pegar forman parte, dentro de su visión del mundo, de los métodos que utilizan para explorar modelos de conducta social que aún no tienen definida.

Por ello, ese tipo de actitudes violentas no son más que la expresión del niño que está aprendiendo a manejar sus habilidades sociales con las consecuentes frustraciones. Por ejemplo, puede pelearse cuando se ve obligado a compartir un juguete o el material escolar con otro compañerito. Asimismo es posible que este tipo de situaciones se vean exacerbadas si antes de su ingreso a la escolaridad el pequeño no ha tenido contacto frecuente con otros pares. La patadas y los golpes sólo pueden significar la intención de acercarse a ellos, solo que no sabe cómo hacerlo todavía.

Aprender a discutir

Una diferencia de opiniones o el contraste de ideas no desemboca, necesariamente, en una pelea: la incomunicación, la violencia verbal y los malos entendidos son vicios de las discusiones que podemos aprender a cambiar. Si se logran expresar las emociones y los miedos en una forma respetuosa y de entendimiento mutuo, una relación (ya sea de amigos, de pareja o de familia) mejorará notablemente.



Conocer los errores más comunes a la hora de enfrentarse con los demás puede ayudarnos a manejarnos en forma consciente, sabiendo perfectamente lo que debemos y lo que no debemos hacer.

Claves para prender a discutir

Nunca hay que intentar imponer nuestras ideas por sobre las de los demás. Esta acción tan sólo obtiene como respuesta una afirmación más fuerte de tas concepciones contrarias a las propias: así, no se puede producir un intercambio de opiniones si¬no tan sólo una lucha por la "razón".
La comprensión es fundamental. Ponerse en d lugar del otro e intentar vernos a nosotros mismos en su situación nos ayuda a entender sus puntos de vista y a eliminar diferencias.

Echar la culpa de un problema al otro no resuelve nada. Aunque la mayoría de las veces ni siquiera nos demos cuenta, es muy común culpar los demás por lo que nos sucede. Por esto, es importante reflexionar cuidadosamente sobre lo que se siente.


Resulta importante evitar la explosión emocional. Una discusión puede llevarnos a decir cosas hirientes que en realidad no sentimos si tenemos la costumbre de reprimir nuestros sentimientos.
Lo importante en una discusión es lograr coincidencias para el enfoque hacia una situación. Cualquier tema secundario, cualquier conclusión insatisfactoria, cualquier divergencia del tema principal no son nada más que obstáculos en el camino.


Antes de expresar cualquier idea, es necesario pensar cuidadosamente en lo que se va a decir. ¿Realmente me siento de esta manera? ¿Creo profundamente en lo que estoy diciendo? ¿Conozco verdaderamente mis sentimientos sobre este tema?